La aporofobia de la alcaldesa Matthei
El neologismo acuñado por la filósofa española Adela Cortina en
la columna denominada “Aporofobia” -la fobia que es el rechazo al pobre-
publicada en Barcelona en el año 1995, tenía por finalidad instalar un tema
universal que subyace como básico en una democracia moderna. Entenderla como
una cuestión real y latente (como también su tratamiento), es clave a la hora
de construir una sociedad democrática e igualitaria con perspectiva de futuro.
“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve. “ Martin Luther King
El rechazo,
el miedo al pobre, es una dinámica muy enquistada en los sistemas neoliberales,
y por supuesto en nuestro país. A lo largo de la historia tenemos muchos
ejemplos extremos de aporofobia de corte político, que han terminado en
asesinatos masivos, como la matanza de Santa María de Iquique de 1907 en la
escuela de Santa María.
También
tenemos ejemplos actuales no extremos, pero no por eso menos importantes. Al
respecto, es importante señalar la política represiva de la alcaldesa Evelyn
Matthei, ejecutada hoy en día en la comuna de Providencia contra el comercio ambulante.
Con ese objetivo Matthei inició hace unos meses una ofensiva comunicacional en
todos los medios de prensa, para instalar la idea de que el comercio ambulante
es un acto criminal, y quienes lo ejercen son un grupo delictual mafioso que
dominan las calles y los barrios. Sin ofrecer ningún caso particular de lo
aseverado, deja la sensación en la opinión publica de que los que venden en la
calle son delincuentes, incluso llega a decir que los comerciantes de calle son
personas que ganan mucho dinero (esto es $600.000 a $700.000 mil pesos
mensuales, según ella), y por lo tanto tal situación injusta debe ser
erradicada.
Una vez
instalada esta idea, la alcaldesa recurre a Carabineros de Chile, quienes con
el apoyo del General Enrique Bassaletti, quien dispone de un grupo considerable
de policías uniformados y civiles, proceden a detener a cualquiera que ofrezca
productos en la calle. También contrata a un considerable numero (42) de
inspectores municipales “especiales” (Grip), preparados tácticamente para apoyar
a Carabineros en su labor.
No hay duda
de que el comercio de calle es una situación social que se encuentra instalada
en Chile desde hace años, que está legitimado por los propios consumidores que
compran -a un precio bajo- para acceder a artículos de primera y segunda
necesidad. No es otra cosa que una de las tantas expresiones del mercado, que
permite a un grupo determinado de personas ganarse la vida. Estos mismos
productos son comprados a las pequeñas y medianas empresas, que obtienen un
buen ingreso por las compras de estos comerciantes.
El comercio
de calle entonces es una situación social de que hay que hacerse cargo. Nunca
será un delito vender productos en la calle, sino que es en sí una infracción a
una ordenanza municipal. Luego, la labor de la policía y de los inspectores es
cursar una boleta de citación al Juzgado de Policía Local respectivo para la
aplicación de una multa, y en ningún caso restringir la libertad e integridad
física personal, como está sucediendo actualmente en Providencia. La orden de
la alcaldesa es clara y precisa: “combatir el comercio ambulante”,
y entonces para aquello debe usar necesariamente la fuerza dispuesta, nada de
parte al juzgado, ni tampoco recomendaciones. Vale la detención inmediata, y si
hay resistencia se usan los golpes, los apremios, los malos tratos. Ese
comerciante ambulante que es agredido y maltratado es puesto a disposición al
día siguiente ante el juez de garantía, y es formalizado por el delito que
aparece en el parte policial. Es así como se criminaliza, una conducta
comercial informal, y se victimiza a los agresores.
Al pobre que
vende en la calle informalmente se le culpa de todo, se le acusa de ser
delincuente, de integrar mafias, de traficar drogas, de afear el paisaje de
Providencia, etcétera. El ambulante gana bien y de manera fácil, y por ello se
le critica. Se le culpa de no pagar impuestos, ni tener las mismas condiciones
de quienes sí los pagan (espacios cerrados, seguros, etcétera). La Sra. Matthei
con su ofensiva comunicacional goebbeliana crea una mala imagen de ellos,
dificultando su integración en la sociedad, generando desesperanza y
desesperación, que a la larga los puede llevar a cometer de verdad actos
delictuales.
Veremos que
resulta de esta política represora aporofóbica, cuyos resultados durarán solo
un momento y darán la falsa impresión de que el problema se terminó, porque
sabemos que como dijo Martin Luther King: “La
violencia crea más problemas sociales que los que resuelve. “
http://revistaopinion.cl/politica/la-aporofobia-de-la-alcaldesa-matthei/
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