De los 1.682
fallecidos que llegaron a la morgue de Santiago entre el 11 de septiembre y
fines de diciembre de 1973, 890 fueron personas muertas a consecuencia del
golpe militar. Los reportajes y documentos inéditos que publica ArchivosChile
dibujan, desde dentro de las instituciones del Estado, el funcionamiento de las
burocracias gubernamentales encargadas de hacer la limpieza después del trabajo
sucio de las fuerzas militares y policiales.
Con distintos grados de
connivencia y negligencia, estas instituciones sirvieron para tergiversar y
ocultar la realidad sobre las masivas ejecuciones. Las fiscalías militares se
encargaron de ignorar y encubrir legalmente los crímenes. La investigación
sobre la base de estos registros permitió concluir, entre otras cosas, que hubo
150 personas muertas por herida de bala que podrían haber sido víctimas de la
represión política.
La
maquinaria para ejecutar y desaparecer personas se puso en marcha inmediatamente,
y los primeros cuerpos de personas acribilladas llegaron a la morgue de
Santiago en la noche (20 horas) del 11 de septiembre. Con la intervención
militar en todos los servicios del Estado se alteraron los procedimientos
normales en las instituciones que, en tiempos normales, estaban a cargo de la
investigación de las muertes violentas, empezando con el Servicio Médico Legal
(SML) y la morgue de Santiago. En las semanas siguientes, cuando murió el mayor
número de personas debido a la represión politica, se constituyó un verdadero
circuito burocrático de la muerte entre cuatro instituciones: el SML, el
Servicio de Registro Civil e Identificación, el Cementerio General de Santiago
y las fiscalías militares, que con distintos grados de connivencia y
negligencia sirvieron para tergiversar y ocultar la realidad sobre las masivas
ejecuciones políticas.
La
investigación de más de un año de ArchivosChile se basa en documentación
obtenida a través de la Ley de Transparencia del SML y del Registro Civil y la
revisión de los archivos del Segundo Juzgado Militar y el Cementerio General.
Esta documentación permite seguir los pasos día a día del tratamiento de todas
las víctimas cuyos cuerpos llegaron a la morgue de Santiago entre el 11 de
septiembre y el 31 de diciembre de 1973. La investigación se complementó con
decenas de entrevistas a personas que trabajaron en las instituciones y
conocieron directamente las secuelas del nuevo sistema impuesto.
Durante el
día, llegaban camiones militares y entraban directamente a la parte posterior
de la morgue a dejar más cadáveres. El 21 de septiembre, por ejemplo, quedó
registrado en el Libro Transfer el ingreso de nueve cuerpos a las 9.50 horas;
otros 12 a las 11 horas; nueve entre al medio día y nueve más en el transcurso
de esa jornada. El 6 de octubre, sólo entre las 11 de la mañana y el medio día,
llegaron 29 cadáveres.
Los
vehículos cargados de cuerpos ingresaban hacia el sector por donde entraban las
carrozas a la morgue, un subterráneo en penumbras. En ese lugar, los militares
botaban los cuerpos, y los funcionarios debían levantarlos y entrarlos. “Eran
conscriptos y se notaba que estaban muy asustados. Descargaban camiones con
cadáveres y los botaban apilados en el suelo.
Los funcionarios de la morgue los
ponían en camillas y los trataban de ordenar en el piso. El lugar estaba
tapizado de cadáveres uno tras otro: niños, ancianos, mujeres, hombres. Era el
infierno mismo,” dijo Héctor Herrera, funcionario del Registro Civil quien fue
llevado a la morgue para ayudar a tomar muestras dactiloscópicas a los
fallecidos. “Tenían signos de tortura, hematomas, tierra pegada a los ojos,
sangre. Venían en un estado muy lamentable. Muchos tenían los ojos abiertos.
Siempre pensé que esas personas vieron a los que les dispararon.
Piensa Prensa 06/02/2017
fuente: http://www.archivochile.com/carril_c/cc2012/cc2012-047.pdf.



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