El nuevo Estatuto Laboral para estudiantes trabajadores
constituye un feroz retroceso en los
derechos laborales de las y los trabajadores en Chile. La flexibilidad es para el empleador, no para el/la trabajador/a.
•
Establece normas que precarizan las condiciones de trabajo para las y los
estudiantes trabajadores, en un extenso tramo de edad (entre los 18 a 28 años),
para incentivar de manera perversa la contratación de mano de obra joven y
barata.
• Los empleadores podrán:
• Interrumpir la jornada de trabajo a su arbitrio. Podrán
planificar varios turnos cortos en un día, lo que significa para el/la
trabajador/a mayores costos de traslado, más riesgo de accidentes de trayecto,
disminución en la calidad de vida y dificultades para organizar sus tiempos de
estudio.
• No se
garantiza la obligación de compatibilizar estudios y trabajo, ya que los
empleadores no están obligados a respetar la carga académica del estudiante
trabajador/a. La flexibilidad es para el empleador, no para el/la trabajador/a.
• Terminar los contratos por el solo ministerio de ley, cuando
se cumplen los 29 años o si se deja de estudiar, sin derecho a indemnización
alguna, lo que generará un mecanismo de contratación y terminación contractual
estable, que dejará en la inestabilidad a miles de personas.
• Se pone en entredicho el pago de licencias por incapacidad,
como el pre y post natal, por la posibilidad de no cotizar en salud.
• Tampoco se respetan las regulaciones de descanso dominical
actuales.
• El enfoque de la regulación se hace más desde la condición de
trabajador que desde la condición de estudiante, que debiera ser lo prioritario
si se cree necesario evitar la deserción del sistema educativo, y considerando
también que lo que el país necesita son personas más calificadas y que puedan
acceder a empleos de mayor calidad y calificación.
• El proyecto no aborda el problema de los “NINI”, que es
posiblemente uno de los problemas sociales más urgentes de solucionar, y que
aportaría además a la formación de nuevos profesionales que cuenten con las
capacidades necesarias para enfrentar los desafíos del trabajo del futuro, y a
los índices de empleo juvenil.
• La amplitud de la definición del estudiante y lo extensa de la
jornada (hasta 12 horas diarias, sin incluir tiempo de colación, y
discontinua), claramente da cuenta que el proyecto no busca solo cubrir y
formalizar los trabajos habituales que se desempeñan los jóvenes
(empaquetadores, promotores, etc.), cuya naturaleza, por tratarse de labores livianas,
les permite conciliar sin recarga su vida estudiantil. El proyecto va mucho más
allá, e incluye estudiantes en vías de titulación, por ejemplo, a ingenieros
(mineras), periodistas, solo por nombrar a algunas profesiones, que podrán ser
contratados de manera precaria hasta por 10 años.
• El proyecto no establece un máximo de personal que puede ser
contratado bajo esta modalidad.
• Debido a la precariedad e inestabilidad del tipo de contrato,
se generan fuertes desincentivos para la afiliación sindical.
Todo
esto crea un contrato que precariza y pone en riesgo también el puesto de trabajo de
hombres y mujeres que no son estudiantes, muchos jefes o jefas
de hogar, y que serán reemplazados por estos jóvenes que entrarán al mercado
laboral, hasta los 28 años, con una enorme flexibilidad en materia de jornada y
descansos.
Muchas de las disposiciones de este proyecto no se justifican
(salvo que simplemente se busque abaratar costos en mano de obra), pudiendo
reemplazarse por una serie de derechos reconocidos a toda/os quienes trabajan y
estudian, sólo por acreditar lo segundo.
Una propuesta alternativa sería una reforma al Código del
Trabajo, eliminando la lógica de Estatuto y reconociendo derechos a todos/as
los/as estudiantes que trabajen, estableciendo, por ejemplo, mantener la
gratuidad en educación superior y la cobertura de salud como cargas de sus
padres (optativo), acceso al seguro de cesantía y subsidios al empleo, entre
otros, sin precarizar sus condiciones.
Si el proyecto se aprueba, será la primera gran victoria laboral
del gobierno, abriendo la puerta a numerosas y creativas iniciativas de
precarización y flexibilización para empleadores, como ya se han ido
anunciando.

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